Siempre recuerdo cuando niño conocí la historia de Aladino, estaba fascinado por encontrar una lámpara maravillosa de la que surja un genio capaz de concederme algún deseo. Prácticamente la mayoría del tiempo vivía con esa emoción, ese entusiasmo y esa esperanza de que la alfombra de mi madre se elevara por los aires y me transportara a ese mundo imaginario…