La imagen idealizada de uno mismo

En ciertas ocasiones, usé el término de máscara para explicar la imagen idealizada de uno mismo. La máscara y la autoimagen idealizada son una sola y misma cosa. El ser idealizado enmascara al ser real. Pretende ser algo que no eres. La única razón por la que los seres humanos construimos una máscara es para ser vistos y aceptados.

Aquí se genera una lucha constante entre lo que crees que eres y lo que eres en realidad. La imagen idealizada de ti mismo puede asumir muchas formas. Puedes caminar por la vida con mucha seguridad siendo inseguro, o muy valiente siendo un cobarde, o muy buenito y lindo cuando realmente estás lleno de ira, de furia y de violencia. Hay que tener en cuenta que no siempre dicta los estándares de la perfección reconocida. Claro que mucho de la autoimagen dicta niveles de moral muy elevados con los cuales son imposible vivir, (¿Acaso no es correcto querer ser siempre decente, amoroso, comprensivo, nunca enojarse y no tener defectos, sino tratar de ser perfecto?), o de orgullo de ser invulnerable, distante y superior a los demás, haciendo en esta combinación mucho más difícil que uno se dé cuenta, cuestione su validez, y por lo tanto vivir una vida de infelicidad.

Los indicadores más importantes de que tu ser idealizado está actuando, son un sentimiento de fracaso, de frustración y de compulsión aunados a la culpabilidad y la vergüenza.

Es muy importante ver cómo funciona este círculo vicioso. Pero esto no lo puedes hacer sino hasta que tomes una conciencia total de tus maneras torcidas, sutiles e inconscientes, en la que esa imagen idealizada de ti mismo existe en tu caso particular

Pregúntate:

¿En qué áreas se manifiesta?

¿Qué causas y efectos se relacionan con él?